William S. Burroughs, visionario de lo “infilmable”

  •  William S. Burroughs 

 

“Este es un filme acerca del futuro de la medicina y el futuro del hombre… Es un filme acerca de la sobrepoblación y el crecimiento de las burocracias de servicios… Este es un filme sobre una ciudad que todos conocemos y amamos, una ciudad que ha venido a representar a todas las ciudades. En el año 2014 Nueva York, centro mundial para la medicina subterránea, es la ciudad más glamorosa, más peligrosa, más exótica, vital, asombrosa que el mundo haya visto”. De esta manera presenta William S. Burroughs Blade Runner, a movie, (1979), una nouvelle en forma de tratamiento cinematográfico de la novela The Bladerunner de Alan E. Nourse (1974). En un futuro donde extraños virus han desatado una epidemia de cáncer el blade runner es un traficante de medicamentos y drogas. Como muchos otros proyectos fílmicos de Burroughs, esta idea nunca se filmó, sin embargo Ridley Scott compró los derechos del título para rebautizar su adaptación de la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968), de Philip K. Dick, a la cual transformó de manera brutal, alejándose del material original para crear en 1982 uno de los filmes más prodigiosos de la historia.

Inspirado por el artista Brion Gysin, Burroughs comenzó a explorar el medio fílmico al lado de Anthony Balch en 1961, con cortos experimentales como Towers Open Fire (que puede verse en YouTube) y The Cut Ups (1963), donde creaba atmósferas de ansiedad, confusión y agobio mediante collages audio visuales frenéticos hechos con la técnica del “cut up” o recorte que usaba en su literatura y de la que decía: “Cualquiera con un par de tijeras puede ser poeta”. Burroughs aparece en estos filmes como protagonista poniendo en escena “rutinas”. La edición se caracterizaba por seguir reglas, estructuras y algoritmos de una precisión inquietante. Las combinaciones de imágenes y sonidos a veces eran resultado del azar y otras de composiciones delirantes que intentaban abrir nuevas posibilidades de percepción al romper con la linealidad, la coherencia narrativa y al reinventar el lenguaje. Burroughs pensaba que este tipo de obras podían tener cualidades casi místicas, como anticipar el futuro: “Cuando cortas el presente, el futuro se fuga”.

Por su status de icono cultural, Burroughs se volvió una presencia relativamente cotidiana en cierta obras cinematográficas y en videos, como el inolvidable Home of the Brave, de Laurie Anderson (1986). Sus cameos podían hacer de casi cualquier proyecto un filme de culto al inyectarle una dosis de transgresión cultural, y rebeldía Beat. Así tenemos a Burroughs en papeles secundarios en filmes como Twister, de Michael Almereyda, y Drugstore Cowboy, de Gus Van Sant (ambas de 1989), así como en cintas de vanguardia como Wax, or the Discovery of Television Among the Bees, de David Blair (1991).

La obra de Burroughs llega realmente al cine comercial en la adaptación de El almuerzo desnudo, de David Cronenberg (1991). Un filme extravagante y controvertido que no intenta abarcar la totalidad del espíritu épico ni de las transgresiones emocionales y pornográficas de la novela, sino que es un intento de Cronenberg por poner en escena algunos de sus pasajes favoritos del libro en un electrizante collage con episodios de la vida del autor. El propio Burroughs declaró que sus expectativas eran muy limitadas y no había esperado ver en la pantalla nada más que una pequeña fracción de su libro. En gran medida Naked Lunch refleja la incómoda relación de la obra de Burroughs con el cine, debido a las dificultades técnicas que implica y el potencial explosivo de su sexualidad perversa. De ahí que en el año 2014 el autor de Junky siga reducido a cameos y elogiosos documentales mientras su obra permanece a la espera de ser abordada con valentía y seriedad.

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