Will Eisner, padre espiritual y moral del comic

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Yo no inventé el comic

Hubo un tiempo no muy remoto en el que hacer comics era considerado una actividad frívola. Entonces hasta los dibujantes de las tiras cómicas más populares y reconocidas de periódico consideraban su trabajo como una expresión desechable y superficial, algo que con suerte hacía reír a la gente pero que al día siguiente de publicadas tan sólo servía para envolver pescado. Esto vino a cambiar con la pluma y la actitud de Will Eisner (1917-2005), un dibujante y autor prodigioso que entre otras cosas hacía la tira de The Spirit, la cual transformó la narrativa del comic e inventó un lenguaje que inspiró a docenas de autores y dibujantes. A pesar de que Harvey Kurtzman publicó en 1959 su genial novela gráfica Junglebook, muchos consideran que Eisner es el auténtico inventor de ese formato con su A Contract With God (1978), no tanto por la extensión del trabajo, sino por su ambición de abordar temas profundos y “adultos”, como el impacto emocional de la muerte de un hijo, el cuestionamiento a la religión y la moral, así como las ambigüedades del deseo. Como dice el legendario editor Denis Kitchen: “En un tiempo en que hacer cómics era considerado una actividad irredimible, entretenimiento para ignorantes y futuros delincuentes, Eisner se atrevió a decir que el comic era literatura y arte”. Eisner, hijo de judíos vieneses y rumanos, nacido en el barrio de Williamsburg en Brooklyn (aunque de esto él mismo no estaba completamente seguro) siempre se identificó con el Bronx y fue un pionero de la viñeta, quien más de una vez declaró: “Yo no inventé el comic pero estaba ahí cuando nació”. A pesar de sus enormes aportaciones Eisner no fue un dibujante de tiempo completo ya que tuvo varias aventuras empresariales además de que tomaba muy en serio su labor de maestro en la School of Visual Arts.

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Bef

Bernardo Fernández Bef, uno de los autores de comic más importantes e influyentes de México, creador del notable Uncle Bill, comenta: “Eisner es uno de mis héroes. Lo leí de niño, a través de Spirit, que me parece una obra maestra del comic gringo. A él le debemos la integración del lenguaje cinematográfico en el cómic. Antes de él todo era muy estático. Es pionero en la creación de personajes complejos y además fue de los primeros en empujar el término de novela gráfica. Sin duda un gran maestro del cómic al que todos los autores contemporáneos le debemos algo”.

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Clement

Otro de nuestros grandes del cómics, Edgar Clement, creador de un moderno clásico de la novela gráfica como Operación Bolívar, cuenta: “A mi no me influyó tanto. Leía el Spirit de chavo pero no recuerdo que entonces me hubiera marcado. Sin embargo, cuando Eisner vino a México su charla me impresionó mucho y hasta la fecha me sirve como estrella polar, incluso para predicar cierta filosofía en mis talleres. Eisner decía que para qué queríamos más superhéroes, que ya había demasiados y que le extrañaba que nosotros no contáramos nuestras propias historias. Nos contó que ese día lo habían llevado a Xochimilco a pasear y vio a varias marías vendiendo flores o muñecas con sus hijos a cuestas. Y dijo: “A mi me gustaría saber quienes son esas personas, qué piensan, qué sienten y no veo a nadie contando eso”.

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Portavoz de barrio

Aparte de recorrer una increíble variedad de paisajes, mundos y situaciones Eisner se convirtió en una especie de cronista de la experiencia de la inmigración judía en Nueva York en el período entre guerras. Recuperó con gran dignidad las historias de los tenements, esos edificios de viviendas para familias de bajos recursos que estaban en barrios dilapidados y miserables que dieron acogida a las oleadas de emigrados que buscaban una vida mejor en “América”. Eisner como tantos otros inmigrantes tuvo que sobrevivir a las tensiones raciales, étnicas y culturales de un Nueva York diverso y dividido. Desde entonces el antisemitismo se volvió una de sus obsesiones y se dedicó a denunciarlo y combatirlo con sus armas: la tinta y el papel. Su último trabajo fue The plot, en el que expone la estafa del libelo antisemita Los protocolos de los sabios de Sion de 1902. Resulta interesante que muchos de los inventores del comic estadounidense eran también hijos de inmigrantes judíos, como Bob Kahn (que se cambió el nombre a Bob Kane) y Bill Finger, coautores de Batman, Jack Kirby, Stan Lee (Los cuatro fantásticos, Hulk, los hombres X, Thor) y el propio Kurtzman (revista Mad). Entre todos los estudios que se han hecho de Eisner destaca el recién publicado Will Eisner: Champion of the Graphic Novel (Abrams, 2015), del expresidente de DC Comics, editor e historiador, Paul Levitz, un trabajo que intenta situar su obra en el contexto de su tiempo, así como explicar el valor único de sus aportaciones y su labor como defensor de la novela gráfica. [sigue]

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Pionero

No han sido pocos los homenajes póstumos que ha recibido Eisner, hay dos libros biográficos, numerosos textos analíticos y académicos, se han filmado dos documentales y cada año se organizan docenas de conferencias sobre su obra. Sin embargo, uno de los trabajos más sobresalientes que se han hecho sobre sus 70 años de carrera y su legado es el espléndido libro Will Eisner: Champion of the Graphic Novel (Abrams, 2015), del expresidente de DC Comics, editor e historiador, Paul Levitz, quien reconstruye la carrera de Eisner desde sus inicios, pasando por la genial decisión de formar una empresa en 1936 con Samuel Iger para ofrecer contenido a revistas en un mercado que estaba en crecimiento. De esta manera se profesionalizaron sus servicios y pudo cobrar un precio justo por su trabajo, algo extremadamente raro en la época. Además algunas de sus historietas sobrevivieron hasta 1968, como Blackhawk. Esa fue la época en que creó a Sheena y en 1940 a su personaje más famoso: el Spirit, un comic con el que experimentó ampliamente con ángulos fílmicos, con composiciones dinámicas y provocadoras combinaciones de elementos. Jules Feiffer dijo de Eisner: “era menos un artista, aunque era un muy artista, que un investigador y un técnico”.

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Otras vidas

Cuando comienza la persecución moralista de los cómics en los EUA Eisner dio un giro y se dedicó a producir incontables manuales y guías en forma de cómic, así como material promocional para diversas empresas. Por otro lado se dedicó a educar a numerosas generaciones de artistas gráficos. Pero sus obras maestras vendrían en la década de los 70, con el desarrollo de sus novelas gráficas, en particular Un contrato con dios, de 1978, el cual tiene lugar en la comunidad judía ortodoxa neoyorquina, una locación que no parecía particularmente excitante ni muy atractiva para el mainstream o el underground. La obra era amarga y fascinante, en ella se mostraba la vida de la comunidad, la religión la ambición y el amor paternal con una efectividad narrativa espectacular.

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Campeón de la novela gráfica

El libro de Levitz fue presentado en el Comic Con de Nueva York de 2015, por su autor, acompañado de algunas de las personalidades más exitosas del mundo del comic como el dibujante, empresario y autor de la exitosa serie Spawn, Todd McFarlane, Denis Kitchen y Raina Telgemeier. Las siguientes son algunas de las intervenciones más relevantes de esa formidable mesa.

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McFarlane —Cuando descubrí y me enamoré de los comics de superhéroes, por ahí de 1975, no entendía lo que hacían los viejos autores pero eventualmente me fue interesando el sentido del diseño de Eisner, quien no necesitaba de bazucas ni de capas para contar historias maravillosas. Su destreza como narrador de viñeta en viñeta era asombrosa. Yo siempre preferiré a alguien que sepa narrar que a un gran artista visual, éstos cuando no saben articular una trama en realidad deberían dedicarse a hacer portadas. Eisner era mejor contando historias que dibujando. Su influencia en mi generación fue inmensa y lo que aprendió la generación siguiente de nosotros por efecto dominó también está en deuda con Eisner.

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Kitchen —Cuando yo comencé a publicar comics en la década de los años 60 no había nada, era imposible recuperar viejas ediciones ya que los comics simplemente se tiraban. Muy pocos los atesoraban. Conocí a Eisner en 1978 y se interesó mucho por lo que estábamos haciendo al tratar de reeditar viejos comics, así como descubrir nuevos autores. Era un tiempo en que los editores eran todos unos déspotas y ladrones que estafaban a los artistas. La situación ha evolucionado al punto en que ahora vienen más de 150 mil fans a un evento como el Comic Con. McFarlane —Eisner era como un abuelo generoso que siempre estaba motivándonos para tomar más riesgos. Y en gran medida a eso se debe que hoy sea el mejor momento del comic alternativo en la historia: Basta considerar que los grandes estudios como Warner y Disney siguen creciendo y son dueños de una gigantesca cantidad de contenido (catálogos completos de superhéroes) que los tendrá ocupados por un rato haciendo películas, libros y demás. Mientras tanto, los otros grandes como Universal, Lion’s Gate y Fox, entre otros necesitan desesperadamente contenido. La ambición los ha hecho poner atención a todo lo que sucede en la escena del cómic y no únicamente en los fenómenos más exitosos. Esto no tiene precedente y abre enormes posibilidades en el mercado aún para autores que hacen trabajo muy poco comercial. Así que debemos agradecer a dios por su codicia desenfrenada.

Kitchen —Eisner siempre luchó por hacer visible la diversidad cultural en sus comics. Su trabajo era autobiográfico, histórico y exploraba todos los géneros.

McFarlane —Toda historia se mueve hacia la literatura cuando cuestiona los fundamentos de lo que es ser humano y eso hacía constantemente Eisner.